Eterno Refugio

Esta pintura es un homenaje a Coko, mi fiel compañera de 18 años, cuya presencia ha tejido un lazo invisible de dulzura, suavidad y cariño en mi vida. Su mirada, en contraste con un ojo humano, simboliza la unión entre lo terrenal y lo emocional, recordándonos la belleza de los vínculos que trascienden lo visible. En la obra, Coko no es solo una figura; es un símbolo de la conexión inquebrantable y del acompañamiento constante en cada celebración y tristeza, en cada momento compartido.

El contraste entre la oscuridad del agua y el cielo claro crea un diálogo visual entre las emociones más profundas y la intuición divina. El agua oscura representa lo desconocido, lo sensorial y lo oculto, mientras que el cielo claro refleja la luz, la claridad y la guía interior. Entre estos dos mundos, una luz morada y rosada se despliega como un manto mágico, que recuerda la influencia sutil y constante que da forma a nuestra percepción y nos envuelve en lo cotidiano. Esta obra invita a adentrarse en un espacio de calma y conexión, donde la intuición, las emociones y la magia de los vínculos eternos se entrelazan en un abrazo silencioso.